El teatro contemporáneo
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Desde el Renacimiento, el teatro
intentó mostrar un realismo total, pero a fines del siglo XIX, hubo una
reacción contraria. Los movimientos vanguardistas experimentaron con
alternativas a la producción realista, ya que pensaban que representaba una
visión superficial y limitada de la realidad, entonces buscaron en lo
espiritual, y en el inconsciente. Otras vertientes pensaban que el teatro
había perdido contacto con sus orígenes y que carecía de sentido en la
sociedad moderna. El teatro contemporáneo se alineó con los
movimientos artísticos modernos, orientándose hacia la abstracción, el
simbolismo y lo ritual.
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Los movimientos teatrales en el teatro contemporáneo
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Uno de los principales impulsores del
anti realismo fue el compositor alemán Richter Wagner, ya que pensaba que el
trabajo del dramaturgo consistía en crear mitos, con lo que presentaba un
mundo ideal, para compartir con el público, como se hacía en la antigüedad.
Se representaba entonces el interior de los personajes, priorizados sobre los
aspectos realistas. También se le atribuye haber modificado la arquitectura
teatral y la presentación dramática con su teatro en Bayreuth (Alemania),
donde sustituyó los palcos y plateas por gradas en abanico.
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Los simbolistas franceses adoptaron
las ideas wagnerianas a fines del siglo XIX, realizaban lo que denominaron
“desteatralización” del teatro, lo que implicaba quitar todas las trabas
tecnológicas y escénicas del teatro y sustituirlas por la espiritualidad del
texto y la interpretación. El ritmo de las obras era lento, similar a los
sueños, buscaba provocar una respuesta inconsciente, más que intelectual.
Obras como las del belga Maurice Maeterlinck, eran muy populares a fines del
siglo XIX y principios del siglo XX, aunque no es frecuente que se
representen en la actualidad. Pero encontramos elementos simbolistas en las
obras de Chéjov y en los trabajos finales de Ibsen y Strindberg, Eugene
O’Neill, Tennessee Williams y Harold Pinter (impulsor del teatro del silencio).
Precursor del teatro del absurdo es la
obra simbolista “Ubu rey” de Alfred Jarry, que permite al autor explorar en
cualquier dirección.
A su vez, en España, Ramón María del
Valle-Inclán crearía el teatro del esperpento, donde la ambigüedad domina la
escena, tomando un elemento de la vida social y exagerándolo grotesca e
hiperbólicamente el tema y los personajes, logrando con ello una crítica
feroz de la realidad histórica.
Otro de los movimientos de el
teatro contemporaneo es el teatro expresionista, con apogeo en las dos
primeras décadas del siglo XX, sobre todo en Alemania. Se
caracteriza por la exageración, distorsión, además de una utilización
sugerente de la luz y la sombra.
Movimientos como el futurismo, el
dadaísmo y el surrealismo, buscaron imponer ideas artísticas y científicas.´
Federico García Lorca, fundió el
simbolismo con el surrealismo, el lirismo, realismo y populismo en el teatro
español, dando importancia a la libertad del autor para expresarse.
Bertolt Brecht (dramaturgo y teórico alemán),
creía que el teatro podía instruir y cambiar a la sociedad, por lo que debía
ser político. Para que fuera eficaz, pensaba que el teatro debía conducir al
público a la acción, para lo cual escribió obras épicas, donde evidenciaba
constantemente los elementos teatrales para romper la ilusión de realidad,
recordando al público permanentemente que estaban en un teatro, en lo que
llamó, un efecto alienante o distanciador. Utilizaba el escenario desnudo,
con los elementos técnicos a la vista. Es una innovación de Brecha, la
yuxtaposición de la realidad y la teatralidad, tan corriente hoy en día.
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lunes, 23 de noviembre de 2015
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